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A tu imagen y semejanza

  • Foto del escritor: Misma
    Misma
  • 19 abr
  • 2 Min. de lectura


A esta entrada del blog le llamo

A TU IMAGEN Y SEMEJANZA


Abrí los ojos y automáticamente estiré la mano hacia la mesa de noche para coger el celular. «¡Las tres de la mañana! ¿Qué carajos hago despierta a esta hora?», me pregunté, realmente molesta por desvelarme una vez más.


Como sabía que ya no iba a poder dormir, al menos no por un buen rato, me puse a pensar en un sinnúmero de cosas. Sobre todo, en aquellas que no tienen respuesta por su naturaleza.


«¿Qué sentido tiene todo esto, mi existencia, la vida misma, todo lo que me abruma y agobia?», le pregunté a la nada, cagándome eventualmente del miedo y rezando un Padre Nuestro.


Antes de llegar al "amén", escuché cuando el Divino me dijo con una ternura sobrenatural:


«También fuiste elegida.

¿Acaso hay algo que tenga

más valor que esto?».


«No», dije, asombrada por la respuesta inmediata que recibí como resultado de mi fe y del poder de la oración.


«No soy ninguna de las Marías de la Biblia —comencé a pasar lista, esta vez hablándome a mí misma—. Tampoco Ester. Menos Sara o Isabel. Ni siquiera la joyita de Eva. Pero soy yo, Señor, Misma; y, al igual que ellas, tengo una historia que me hace ocupar un lugar privilegiado en este mundo material», me convencí de merecerlo.


«Aunque tener una historia no es suficiente, ¿sabes?», aclaré.


«Ver qué hacemos con ella puede que sea suficiente. Hacer algo con ella, es suficiente. Ponerla al servicio de los demás, eso sí es necesario, y jamás será suficiente en un mundo en el que abunda la necesidad de volver a ti y de entender que fuimos hechas a tu imagen y semejanza».


«A tu imagen y semejanza», me lo repetí hasta el cansancio.


Cuando el sueño regresó a mí se encontró con una mujer que ahora entendía el significado y las implicaciones en su vida de haber sido hecha a imagen y semejanza de Dios. 


Al final, cerca del gallo anunciar la llegada de un nuevo día, ninguna alarma pudo sacarme de la cama.


Y este, querida amiga, puedo decir que fue uno de esos días en los que recibí la gracia de Dios. Curiosamente, sin mucho ruido. Vamos, en silencio. Tal y como Él acostumbra a obrar en la vida de quienes les abrimos el corazón. 


(Mt. 22:39)


Si eres creyente, ¿qué anécdota similar a esta tienes para compartir con nosotras? Déjanos saber en los comentarios.

 

P. D. No olvides que siempre que así lo desees puedes compartir las entradas de este blog con las mujeres que te rodean, con esas que forman parte de tu comunidad femenina.



Algunas notas para que nos podamos entender:

 

  1. La expresión informal «joyita» hace referencia en esta historia a una persona que ha resultado ser todo lo contrario a lo que se esperaba, principalmente por sus acciones o proceder.

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Deseo que, aunque yo termine siendo en tu vida un llamado ave de paso, al menos sea uno de esos que saben dejar huellas a lo bonito con la palabra escrita; porque mira que con #MUJERELLAZOQUENOSUNE me propongo a ir tras una mujer a la vez, recordando en todo momento que fuimos llamadas a amar al prójimo como a nosotras mismas".

 

(Mt. 22:39)

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